Abstract
Gramsci no tuvo acceso a importantes textos filosóficos del joven Marx, como los Manuscritos de 1844 o La ideología alemana. En estos escritos, así como en la Introducción de 1843-44 o en La Sagrada Familia, Marx adopta claramente el materialismo de Feuerbach y al mismo tiempo lo trasciende al subrayar el carácter objetivo de la práctica humano-social (praxis) como actividad en constante transformación del mundo material que habita, que también condiciona la conciencia. Se trata, pues, de un materialismo de la praxis (o materialismo práctico) que pone de relieve la raíz de las alienaciones intelectuales denunciadas por Feuerbach (religión, filosofía especulativa)
en las alienaciones materiales de la praxis: la propiedad privada, el Estado moderno, el dinero. Estos elementos
no son meros problemas intelectuales, sino rupturas materiales del cuerpo social, para cuya solución no basta la
mera crítica, sino que se requiere la traducción de esta teoría crítica en práctica revolucionaria. En este
materialismo práctico no hay rastros de ese determinismo que caracterizará la concepción de la historia
propuesta por Marx a partir de la Ideología alemana y que Gramsci, bajo la influencia del neoidealismo italiano y de
una lectura subjetivista de las Tesis de Feuerbach, identificará fácilmente con el «materialismo». La praxis será
entonces concebida por Gramsci como una extensión de la actividad subjetiva consciente, sin dejar lugar a
ningún tipo de exterioridad material u objetiva.

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